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jueves, 30 de agosto de 2007

0016. Deprimida y alcohólica


Según los expertos, la gran mayoría de las personas que se suicidan presentan problemas psicológicos o psiquiátricos. Éstos afirman que "La enfermedad mental es un factor de riesgo para el suicidio". Los pacientes lo ven tal que así: "el suicidio es el fin de mi vida enferma".

Las enfermedades mentales que más se asocian al suicidio lo constituyen el grupo de "las alteraciones del estado del ánimo". En el diccionario, el estado de ánimo es "estar triste", "alegre", "abatido"… El hecho de que esté alterado se refiere a que se está mucho tiempo triste y a que se es incapaz de remontar a un estado más alegre. Es lo que conocemos como depresión, tan escuchado hoy en día. Otra ejemplo de alteración del estado de ánimo podría ser el trastorno bipolar, en el que las personas oscilan entre una gran tristeza y una euforia exagerada. De ahí el nombre, porque van de un polo a otro. Mi madre no era bipolar, sino que estaba deprimida a secas. Además, lo he mirado y reúnía los requisitos del DSM-IV. Las siglas significan “Diagnostical and Statistical Manual of Mental Disorders IV”, que traducido sería “La cuarta versión del manual diagnóstico y estadístico de las enfermedades mentales”. Es el libro de referencia de los psiquiatras.

¿Cómo es una madre con el estado de ánimo por lo suelos? Pues en el caso de mi madre, a diario se sentía triste. A veces se ponía a llorar. Perdió el interés y la capacidad de disfrutar en casi todas las actividades que solía realizar. Ultimamente ni veía la ruleta de la fortuna por las mañanas. La recuerdo viendo alguna serie de humor con las que normalmente se reía, y ni siquiera sonreía. Además presentaba insomnio, y se levantaba muchas veces por la noche. Luego no se despertaba hasta las tres de la tarde. Estaba fatigada, y daba la impresión de no tener energía para nada. Ni para lavarse. Áreas importantes de su vida se habían visto deterioradas. Ya no quedaba con Pilar para tomar café. Ya no iba a trabajar. Ya no hacía nada. Su muerte en vida había comenzado.

Hacía tiempo que comenzó a buscar consuelo en el alcohol. Bebía muchísimo. A veces me llamaban del bar para que bajara a buscarla. Se ponía arisca y agresiva, y me bufaba, a la vez que gritaba "déjame en paz, ya soy mayorcita para que me digan cuando tengo que irme a casa". Fuimos al médico de cabecera. Éste la derivó al psiquiatra. Fue diagnosticada de Alcoholismo. El médico se centró en tratar su adicción. Le recetó unas pastillas llamadas Antabus. Esto ocasionaba que cada vez que bebiera, su cuerpo no procesara bien el alcohol y le sentara fatal. Dejó de beber.

Su depresión la condujo al alcoholismo, y después, el dejar de beber le hacía sentirse aún más triste, y al final se potenciaron la una a la otra, el alcoholismo a la depresión y viceversa.

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