
Nosotros respiramos para que respiren nuestras células. Es decir, que introducimos oxígeno en nuestros pulmones, de allí pasa a la sangre, y de ésta, a las células. Bien, pues el cianuro es un veneno que actúa bloqueando la respiración de nuestras células. Para las células es como si las estrangularan. Y sabiendo esto, ¿qué es más peligroso? ¿Beberse un bote de cianuro o comer Big Macs y Phoskitos a diario? Sin lugar a dudas, el cianuro nos mataría enseguida ya que es potencialmente letal. Pero, ¿quién iba a beber (a parte de mi madre o Yukiko en sus días grises) de un frasco que tuviera el símbolo de "peligro tóxico"? Al analizar lo que más muertes se cobra, vemos que no son aquellos productos altamente venenosos, sino los que no producen efectos a corto plazo y son tremendamente apetecibles. Es decir, que es mucho más peligroso el veneno que uno decide llevarse a la boca. ¡La calavera sobre el fondo naranja en la etiqueta del frasco de cianuro está diciendo a gritos “no me ingieras”! ¡El cigarrillo te pide a gritos “fúmame”, “fúmame por favor”, “méteme en tu boca e inhálame”! La hamburguesa te dice "devórame enterita". Son unos seductores. De mi abuela y otras ancianas varias escuché numerosos refranes que aluden a este tipo de amenazas: “El que avisa no es traidor”, “perro ladrador poco mordedor”. Pero más peligroso que el que no avisa ni ladra es aquel que trata de embaucarte. Sin duda el lobo más peligroso es aquel que se disfraza de cordero, y no hace falta explayarse en explicar los motivos.

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