
He hablado mucho de la importancia de la imitación en nuestra forma de pensar, en lo que nos produce alegría, en lo que nos produce dolor, en las decisiones que tomamos y en la forma en la que actuamos. He dicho que es posible que mi madre tuviera el impulso o más bien la premeditación de suicidarse porque su cerebro estaba imitando a otros suicidas. Algunos buscan su superación mediante el diálogo, otros mediante las pastillas, a algunos les funciona, a otros no, y mi madre saltó por la terraza. Ella optó por este método para acabar con su dolor considerándolo una solución válida.
Además de la influencia de los medios de comunicación, si mi madre se suicidó, era porque tenía una enfermedad mental de base que la condujo al punto de su drástica decisión. No voy a centrarme únicamente en el medio que ella vislumbró como solución a su malestar, sino en la enfermedad o enfermedades que le condujeron a ello: estaba deprimida y era alcohólica.
Así que sigo investigando, tratando de desenterrar la raíz para así poder comprender como es posible que se dejara matar a merced de la fuerza de la gravedad, y de esta manera me encuentro con que, además de ciertos factores como la imitación y el condicionamiento que crea nuestra realidad o Matrix, existe otra amenaza: lo que llaman “enfermedad mental”.

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