
Estaba nadando en el océano cuando me encontré con mi madre manteniéndose a flote en el agua. Me miró y con una voz triste y cansada, como si llevará allí demasiado tiempo, dijo: "estoy atrapada y perdida, no hay atisbo de tierra por ningún lado". Me coloqué a su lado, “¡mamá, qué haces aquí!”. "No lo sé, me metí en el agua y mira donde he aparecido. Ahora quiero llegar a una orilla, tumbarme en la arena y disfrutar de la brisa y del Sol”. “Pero mamá, ¿cómo lo vas a hacer? Si ni siquiera sabes en qué punto del mar estas”. “Tienes razón, hijo, no tengo ni idea”. Se agarró a la aleta de un enorme tiburón blanco y comezó a alejarse, perdiéndose rápidamente en la distancia. “¡Mamá, vuelve, acabará arrastrándote más lejos aún de la costa y después te comerá!”. Ya desde muy lejos, la voz sonó: “Puede ser, pero no veo barcos a la vista”. Inmediatamente después, otro tiburón se acercó y me arrancó las dos piernas de un mordisco. Me desperté.
Me hice varias preguntas. "¿Cómo llegó mi madre a encontrarse sola en medio de un océano?" Supongo que no sabía que se estaba perdiendo, que se perdería tanto, ni que estaba perdida cuando se perdió del todo. Llegó a un punto en el que no era capaz de encontrar un camino de regreso a la playa. "¿Y por qué se agarró al tiburón?". No sé cuantos días llevaría allí, sola. Imagino que en su situación, cualquier remedio le parecería aceptable, ya que no era capaz de imaginar, ni vislumbrar, ni tampoco crear, una solución mejor.

1 comentario:
Amigo siento tanto lo que paso con tu madre y lo siento por que estoy en una situcion igual. Lo siento por ella , por mi propia madre , por ti y por mi mismo. Hay una luz , que se llama decidir y decido soltar al tiburon , aprender a nadar y buscar mi propio barco.
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