
Imagino que la fuerza de los monstruos que más daño pueden hacer reside en el hecho de ser invisibles. Supongo que para eso la gente va a ver al psicólogo, para que traten de desenterrar la raíz del problema. Mi madre fue al psicólogo, pero no sirvió de nada. No he dicho que los psicólogos no sirvan de nada, sino que a mi madre no le valió. Y dejando a los psicólogos para otro momento, estaba pensando en que la fuerza de esos monstruos reside en dos puntos:
A. Que forman parte de nuestra realidad condicionada o Matrix.
B. Son invisibles.
Sin lugar a duda, lo que no vemos nos puede hacer más daño que lo que sí vislumbramos. Si el virus del Ébola tuviera el tamaño de una gallina, podría tomar medidas para que no se colara en mi interior y me matara de fiebre hemorrágica. El peligro está en que no se ve venir, y si viene, poco se puede hacer porque es demasiado pequeño. También sucede lo mismo con la publicidad engañosa, que parece bueno porque se omiten las características que podrían hacer que rechazásemos lo que nos quieren vender. En otros casos se miente descaradamente diciendo que el producto hace cosas que no hace. Con “la letra pequeña” ocurre tres cuartos de lo mismo, que no la ves, o es tan pequeña que no te apetece ni verla, y firmas algo que es contraproducente para ti.
Recapitulando lo pensado, deduzco que monstruos invisibles se cuelan en nuestro matrix y nos hacen sufrir. Hay personas que, llegados a un umbral de sufrimiento, optan por dejar de vivir.

1 comentario:
Concuerdo contigo en la invisibilidad de la realidad , que resulta ser dañina. SE NOS VUELVE COMO UN ENTRENAMIENTO AL SUFRIMIENTO QUE NO TIENE LIMITE. sE NOS ENTRENA PARA SUFRIR PERO NO SE NOS PONE LIMITES. De ah radica la desesperacion por no poder parar de sentir lo tan bien aprendido.
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