
En los países pobres o en guerra, se anteponen las necesidades básicas al éxito o autorrealización. En los industrializados nos encontramos con un fenómeno en el que la pirámide que describe Maslow se invierte, y se antepone y confude el éxito con lo básico. Las necesidades esenciales se dan por sentado y en ocasiones los individuos ni siquiera son capaces de apreciarlas. Lo que prima es el éxito o el prestigio que inconscientemente se considera como llave de acceso a otras necesidades esenciales, pero "a lo grande", "con más tiempo libre", "más felices", "mejor". El sujeto considera que así será feliz, más deseado, o tendrá más amor y aceptación. A veces, la búsqueda de la autorrealización o el éxito pueden convertirse en algo totalmente adictivo que eclipsa o impide el disfrute de lo básico. El éxito se considera "lo esencial", y el individuo es capaz de sacrificar su alimentación, sus relaciones sociales o su salud para alcanzarlo, y esto genera sufrimiento, y más aún cuando, al llegar a la cima, encuentra que aquello tampoco le satisface.
Los medios de comunicación y educadores ejercen una enorme influencia sobre los impulsos y deseos de la población. Siempre han existido preferencias y gustos, pero nunca una discriminación ni fomento tan salvaje a favor de los cánones establecidos como son la juventud o los cuerpos de gimnasio. Al alcanzar los 15 años, un/una adolescente puede haber visto millones de anuncios publicitarios, cientos de escenas de aceptación y rechazo, y oído un sinfín de comentarios despectivos hacia personas obesas, viejas, con gafas o menos agraciadas físicamente. Esos comentarios provienen de la escuela, familiares e incluso él o ella los habrá hecho en numerosas ocasiones.
No es de sorprender que, coincidiendo con el inicio de la pubertad y de las relaciones sexuales, cuando las necesidades de aceptación y autoestima más repercuten en la mente del individuo, la incidencia de anorexia y bulimia entre hombres y mujeres se dispare. ¿Por qué el ser humano es el único animal en el que los miembros de su especie se matan de hambre? El mecanismo se instaura con la hinchazón de la variable “éxito”. Después quedan enganchados a su propia enfermedad y pensamiento pesimista repetitivo. Así se encontraba mi prima Chelo. Llegó a pesar 38 Kg de peso. Fue ingresada en un Hospital Psiquiátrico. Ella decía que estaba gorda, pero en el fondo, lo que estaba evitando era enfrentarse a sus miedos referentes al Mundo en el que habitaba.
La naturaleza pudo prever o adaptarse a la posibilidad de largos periodos de hambre, favoreciendo los depósitos grasos del cuerpo. También puede prever o adaptarse a determinadas enfermedades. ¿Pero como iba a imaginar la naturaleza que, tras el desarrollo de la mente y el lenguaje, una especie fomentaría tan salvajemente un tipo de cuerpos y desprestigiaría a otros mediante unas pantallas que se encuentran en todas las casas de la población y para desgracia de sus habitantes lo asociaría a la aceptación o el respeto? No es de sorprender que sus individuos se maten de hambre, pasen por quirófanos, o intenten agrandar el tamaño de sus músculos más allá del de sus cabezas. La naturaleza se encuentra con una nueva situación inesperada.
Como vimos, la mente humana funciona como una fotocopiadora. Imita todo, incluso enfermedades mentales o suicidios. Pasó con Yukiko. El modo de actuar se extiende a toda la población como una plaga. Pero, ¿por qué, cómo en el caso de la anorexia o la vigorexia, se vuelve en un patrón tan compulsivo y difícil de amainar incluso cuando ya se ha llegado o sobrepasado el canon? Independientemente de la explicación científica, el ser humano siempre se ha comportado como un disco rayado, repitiendo lo que hace “porque lo ha hecho siempre”, “por tradición”, o “porque sí”. Otra característica de la mente o fotocopiadora humana es que, además de imitar, talla sus nuevas instrucciones en piedra y le resulta muy difícil de apagarse o redomarse.
Esta es la descripción de lo que sucede, pero tiene que existir una explicación de fondo. Si cae en un “error de redundancia cíclica”, será porque existe un sector de su pensamiento al que no puede acceder o leer y que sería el origen de su sufrimiento. Al igual que el alcoholismo, la depresión o el comportamiento suicida, la mayoría de las “enfermedades mentales” son un síntoma de un sufrimiento de base del que normalmente no se es consciente. Y si no se ve, y los demás tampoco lo ven, ¿cómo se va a encarar?

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