
Hablando de deseo, habrá que analizar qué es, qué es lo deseado y que efectos produce en el deseador. Como ya mencioné en el apartado anterior, es una respuesta normal de nuestro cuerpo o mente encaminada a la consecución de ciertos objetos o situaciones que nos producen placer o alivian cierto estado desagradable como pudiera ser el hambre, el frío, el dolor o el cansancio. Existen ciertos deseos u objetos de deseo necesarios, tanto, que los podríamos llamar “necesidades esenciales”. Los deseamos para evitar sentir la ansiedad asociada a su carencia, pero también para no morir. Son el aire, la comida, la temperatura adecuada…
Existen deseos hacia objetos que producen un placer que puede resultar pasajero cuando llega el aburrimiento, o que pretenden mejorar nuestras vidas. Éstos pueden ser perfumes, ropas y alimentos con el pretexto de que gracias a ellos “serás más deseado”, utilizando la necesidad de ser aceptado o "deseado" como anzuelo para incitar al consumo.
Ahora hablemos de otro tipo de deseos, aquellos que podríamos llamar “complicados”, “de difícil acceso” o “imposibles” para la “mayoría” de la sociedad (no podemos negar que existe un porcentaje inferior que sí lo logra). Si preguntamos a las personas, “qué deseas”, muchos dirían, “se atractivos”, “ser famosos”, “ser alguien importante”, “tener mucho dinero y una casa grande”, “ser más altos”, “ser más delgados”, “ser más musculosos”, “tener un Ferrari”… Son de difícil (o imposible) consecución y producen una ansiedad muy dilatada en el tiempo. Dejando a la cirugía estética aparte, son muchas las ocasiones en las que las personas desean imposibles, como tener un aspecto totalmente diferente al que tienen. En otros casos desean ocupar una posición social que no llegará nunca, como “ser una estrella” o “ser un empresario multimillonario”. Sí, el sueño es el primer paso para poder llegar al objetivo, y el optimismo es un factor muy motivador para arrastrarte hacia tu meta, pero tampoco hay que olvidar algo tan importante como “ser realistas”. No todo el mundo se adapta ni adaptará a los cánones de belleza de hoy en día, y tampoco serán multimillonarios…
Vivimos en un entorno constantemente bombardeado por famosos, actores y actrices, cantantes, millonarios, súper-héroes de ficción… Son muchas las personas que no logran relajarse en el presente, y es que les resulta imposible dejar de compararse constantemente con esos iconos que se cuelan en sus casas a través de la prensa, la televisión y los catálogos de moda, recordándoles, a un nivel inconsciente tal vez, lo que no son, lo que no pueden ser, pero que se empeñan en llegar a ser. Ciertos organismos humanos poseen una determinada estatura, color de ojos y rasgos faciales, y una y otra vez protagonizan historias ficticias en el cine, ocupan cientos de portadas y ruedan anuncios para la televisión. Son humanos catapultadas hacia lo que se llama fama, inflados como globos, que a un nivel inconsciente (no lo dicen directamente) hacen que un enorme sector de la población se sienta inferior y desgraciado. Los seres humanos viven en mundos donde sus mentes no tienen descanso ante la tremenda competitividad a la que se les somete en todos los ámbitos, tanto físico como laboral, entre otros muchos.
En lo académico, se considera éxito el Título Universitario. Para el funcionamiento de una sociedad, igual de importantes son puestos que no requieren tanta formación, como por ejemplo la limpieza de la ciudad, pero esta no es la percepción general. Las personas no son formadas para percibir que las tareas se distribuyan para proveer de servicios útiles y necesarios a los ciudadanos. Lo que se inculca es la lucha por el llamado "triunfo", es decir, el acceso a “profesiones de prestigio” para no caer en las redes del fracaso académico-laboral. Las personas dejan de acudir a sus empleos satisfechos por los servicios prestados, ya que posiblemente ni han sido valorados por ellos mismos, y se encuentran realizando algo por "necesidad" más que por lo que llaman "motivación" o "autorrealización". Directamente no se les dice, pero en el fondo de sus consciencias se les hace sentir “inferiores”, ya que los empleos se consideran únicamente métodos para obtener dinero, y a menor sueldo, menor “prestigio”. Comprendo perfectamente que no todas las personas están cualificadas para determinadas profesiones, y que el sueldo deba ir acorde a la responsabilidad. De lo que hablo es de hacer creer a una masa enorme que el "éxito" es el cumplimentar esas pruebas que sólo acabará un porcentaje muy reducido. La sensación de no alcanzar aquello que se llama "autorrealización" y de haber tenido la oportunidad crea más frustración añadida aunque no sea la más importante entre todas a las que los humanos se puedan ver sometidos. Las escuelas deberían ocuparse en formar a criaturas sabias y equilibradas mentalmente, independientemente de su profesión. La realidad es que no son más que fábricas para instruir y separar a los trabajadores "de primera" y "de segunda". Las escuelas deberían cultivar un gusto por el saber, y la realidad es que la mayor parte de los alumnos lo aborrece ante tanta presión, exámenes y conocimientos tan alejados y aburridos. Se convierte en un centro de memorización en lugar de promover la curiosidad y motivación. ¿Y se sorprenden de que exista tanto "fracaso" escolar? Claro que los entornos familiares influyén además de la capacidad personal, pero también tiene gran relación el exceso de información en poco tiempo, para memorizar a golpe de examen y explicado en un lenguaje distante, sin antes suscitar la curiosidad o despertar emociones al respecto en la mayor parte de los casos cuando se trata de lo que verdaramente se asocia a la memorización efectiva y al aprendizaje.
Y entonces nos encontramos en un mundo de personas frustradas y acomplejadas, sin tener muy claros los motivos. Demasiadas personas desearían ser esos iconos promovidos en la escuela (abogados, cirujanos o empresarios) o en la televisión (modelos, deportistas, estrellas), es decir, lo que no serán. Existe un sufrimiento de base por el mero hecho de "ser", "no ser", "no saber lo que se es", "desear ser"... da igual como lo exprese. El motivo: no encajar en la ficción que trata de amoldar a la población atrayendo su atención, su tiempo, sus deseo e instintos. Los medios de comunicación no reflejan la realidad. La realidad es que la sociedad sufre porque trata estrepitosamente de adaptarse a la vida artificial proyectada en millones de hogares.
Hacia este tipo de deseos nos condicionan y no nos advierten, y por ello sufrimos tanta ansiedad desbordante. Y por muchos flotadores que se creen en forma de mensajes positivos, psicólogos, psiquiatras, libros y revistas de psicología, filosofía oriental, religiones-sectas y pastillas para la depresión, es difícil escapar a esta brutal corriente. Es el agua turbia en la que nadamos.

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