El blog de madremuerta volverá próximamente

martes, 25 de septiembre de 2007

0062. Encendiendo las luces


De madrugada, desde la oscuridad del salón, observo los barrotes del balcón, cuando ella aparece en la entrada del piso: “hola hijo, ¿qué haces despierto a estas horas?”. “Mamá, has muerto, ¿cómo es que estás aquí?”. Entonces caigo en la cuenta de que estoy dormido y se convierte en lo que llaman un “sueño lúcido”. “Estoy en un mundo creado por mis neuronas utilizando mis recuerdos” –pienso para mí mismo. Mi madre pregunta, “¿y ya sabes qué me mató?”. “No lo sé aún”. “¡Enciende las luces de toda la casa!” -exclama. Me yergo y pulso el interruptor que ilumina el comedor. Veo a Yukiko muerta en el sillón. Sé que representa la imitación. Acto seguido, enciendo el televisor. En un video musical, Amaral canta “sin ti no soy nada”. Condicionamiento. Estiramiento del dolor. Enciendo la luz del pasillo. Veo el suelo lleno de botellas de Ron. Enfermedad mental y soluciones ineficaces al vacío existencial como pudiera ser el alcohol, que empeora el problema pero que sirven como cabeza de turco. Camino esquivando el licor, y abro la puerta de mi habitación. Un buda, como el del restaurante chino de mi barrio, se postra sobre mi cama, y pronuncia “el sufrimiento existe, la enfermedad mental es una consecuencia del mismo. El sufrimiento tiene su origen en el pensamiento, en la no aceptación del presente, y en el deseo constante”… Doy media vuelta, enciendo la luz del cuarto de baño, y encima del retrete hay una pirámide de Maslow invertida que representa las necesidades básicas. Detrás de la cortina de la ducha se asoma mi prima Chelo, muy delgada por la anorexia, que explica “las necesidades están invertidas, prima el éxito y el prestigio como llave a lo esencial… si no doy la talla, mi vida pierde sentido… lo básico se ha hecho irrelevante, y lo superficial es la meta”. “Así lo cree la masa, así lo sentí yo”. “Mi precio fue mi salud”. Corro hacia la cocina. De pie, al lado de la nevera, Jumoke se arranca pelo del pubis, y lo echa en un vaso con su propia sangre menstrual, a la vez que expresa “si creo que me matará, me matará”. Se desploma en seco y el vaso se derrama por el suelo, manchando los pies de Verónica Vomitona, que observa detrás. Comienza a vomitar, a la vez que pronuncia frases negativas y pesimistas, “el mundo es una mierda, está lleno de seres egoístas, es un asco, todo es un asco”. Me recuerda a la niña del exorcista. El reflujo estomacal verdoso salpica a Trinidad, mi profesora del instituto, que curiosamente estaba al lado de los fuegos. También devuelve y pronuncia “Gente frustrada y negativa, contagiándose los unos a los otros, esto es lo que pasa”. Abro la ventana del patio y las vecinas cotillean entre ellas “he oído que la borracha va al loquero. A mi me da pena el chico, que no tiene culpa”. Vuelvo al comedor. Mi madre tiene una copa en la mano. En tono ebrio articula dificultosamente “¿De donde vienen tantos fantaaaasmas? ¿Qué le paaaaaasará al mundo, mi niño? Puesss al mundo no le pasa nada, hijo. Hay que buscar en el origen, en la mente, en lo que deseamos, pensamos y sentimosssss”. Se levanta y corre hacia su dormitorio. Cierra la puerta. Escucho como llora contra la almohada, al igual que ocurrió el día que me la encontré vomitando en el retrete. Intento abrir pero ha echado el cerrojo. “Mamá, abre, quiero ver qué hay en este cuarto, quiero saberlo”. Con una voz llorosa contesta, “tranquilo hijo, nos los ves, pero los verás”. “¿El qué?” “Los fantasmas que se esconden en mi mundo y en el de todos, también en el tuyo”. “Mamá, ¿por qué no puedo verlos ahora?”, “Porque están demasiado escondidos… pero aparecerán, y pronto, y entonces volverás a tener este sueño y podrás abrir esta puerta, encenderás esta luz, y ese día lo comprenderás”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Quien es el asesinooooooooo???