
Según Hipócrates, las enfermedades y los estados de ánimo estaban determinados por la concentración de cuatro líquidos: la sangre, la linfa, la bilis negra y la bilis amarilla. Si mi madre hubiera estado deprimida en la Grecia clásica, le hubieran dicho que tenía un exceso de bilis negra. Si hubiera vivido en la edad media, tal vez le hubieran contado que tenía el demonio en el cuerpo. Hoy en día, la explicación es que tiene un déficit de unos neurotransmisores llamados serotonina y noradrenalina. Con nuestro cerebro pensamos, iniciamos movimientos o sentimos. Los neurotransmisores son sustancias químicas que permiten que se transmita la información entre distintas partes de nuestro cerebro. Por lo tanto, si hay poco neurotransmisor, la transmisión de señales se ve entorpecida, es decir, que la acitividad cerebral está mermada. Ya no son humores, ni el demonio, sino “partículas”. Minúsculas sustancias en nuestro interior cuyas concentraciones determinan cuanto de feliz o infeliz es una persona. Se ha observado que en una persona deprimida los niveles de serotonina y noradrenalina están bajos, y por ello han desarrollado fármacos para elevarlos. Se llaman antidepresivos. Entonces… a mi madre no la mató el alcohol… ¿Fueron esas minúsculas sustancias por negarse a hacer su trabajo? ¿Por qué no estaban allí en las concentraciones adecuadas para hacer a mi madre feliz?
¿Era la baja concentración de neurotransmisores lo que la hacía pensar en negativo? ¿O fue al revés? Es decir, que su pensamiento negativo redujo el nivel de neurontransmisores?

1 comentario:
esa es mi misma duda ahora :S pero me inclino ligeramente en pensar que su pensamiento negativo, redujo esos niveles T.T... porque... es difícil encontrar a una persona deprimida cuando le están sucediendo todas las cosas que anhela, en cambio, cuando algo te rompe el corazón... ahí se demuestra la fragilidad del ser humano
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